domingo, 20 de julio de 2014

Leccion dia de DOMINGO 20 de julio



Domingo 20 de julio // Lección 4                                                                                                   

LA SALVACIÓN ES UN DON DE DIOS

En Juan 3:16 se usan dos verbos para describir lo que Dios hizo por nuestra salvación. ¿De qué modo se relacionan esos verbos entre sí? ¿Qué revelan respecto del origen de nuestra salvación?
16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. San Juan 3
El verbo castellano amar, especialmente en la forma en que se usa en la actualidad, es totalmente inadecuado para expresar la profundidad del interés intenso y abnegado expresada por el verbo griego agapaō, “amar”. En el Nuevo Testamento, este término y el sustantivo relacionado, agapē (“amor”) revelan el constante y profundo amor de Dios hacia sus criaturas, que son totalmente indignas de ese amor. El amor es el atributo por excelencia del carácter de Dios. Él no solo nos ama, sino también él es amor (1 Juan 4:8).
El amor de Dios no es un impulso basado en sus sentimientos o preferencias. Su amor no es selectivo ni depende de lo que hacemos. Dios ama al mundo, es decir, a todos los seres humanos, incluyendo a aquellos que no lo aman a él.
El verdadero amor se conoce por las acciones que genera. A veces, como seres humanos, podemos decir que amamos a alguien mientras que nuestras acciones demuestran lo contrario (1 Juan 3:18). No ocurre así con Dios. Su amor se refleja en sus acciones. Por amor, dio a su único Hijo para nuestra salvación. Y, al hacerlo, nos dio todo lo que tenía.
Lee Lucas 18:9 al 14. ¿Qué nos enseña esta historia acerca de cuál debería ser nuestra actitud respecto de Dios y su gracia?
A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola:
10 Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano.
11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;
12 ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.
13 Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.
14 Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.
Posiblemente, hemos leído tantas veces esta parábola que no nos sorprende el veredicto de Jesús: “Os digo que éste [el publicano] descendió a su casa justificado antes que el otro” (Luc. 18:14). Sin embargo, los que oyeron a Jesús cuando pronunció estas palabras debieron de haber quedado asombrados. ¿No era ese un final injusto?
Sí, era completamente inmerecido. Así es la salvación. Es un regalo de Dios. Los regalos no se ganan, simplemente se aceptan. No podemos comprar la salvación, solo recibirla. Aunque Jesús usó muy poco el término gracia, claramente enseñó que la salvación es por gracia; y gracia es recibir lo que no merecemos.
Si Dios te diera lo que mereces, ¿qué sería, y por qué?
27
Pensamiento del espíritu de profecía para este día:
Todo el amor paterno que se haya transmitido de generación a generación por medio de los corazones humanos, todos los manantiales de ternura que se hayan abierto en las almas de los hombres, son tan sólo como una gota del ilimitado océano, cuando se comparan con el amor infinito e inagotable de Dios. La lengua no lo puede expresar, la pluma no lo puede describir. Podéis meditar en él cada día de vuestra vida; podéis escudriñar las Escrituras diligentemente a fin de comprenderlo; podéis dedicar toda facultad y capacidad que Dios os ha dado al esfuerzo de comprender el amor y la compasión del Padre celestial; y, sin embargo, queda infinitamente más allá. Podéis estudiar este amor durante siglos, sin comprender nunca plenamente la longura y la anchura, la profundidad y la altura del amor de Dios al dar a su Hijo a fin de que muriese por el mundo. La eternidad misma no lo revelará nunca plenamente. Sin embargo, cuando estudiemos la Biblia, y meditemos en la vida de Cristo y el plan de redención, estos grandes temas se revelarán más y más a nuestro entendimiento. Y alcanzaremos la bendición que Pablo deseaba para la iglesia de Efeso, cuando rogó: “El Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación para su conocimiento; alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál sea la esperanza de su vocación, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál aquella supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos.” [14] – {4TS 255.1} – 4TS 255.1
Después de éste párrafo del espíritu de profecía no sabemos que mas le podemos agregar…

No hay comentarios:

Publicar un comentario